LOS NUBA

El Kordofán, la provincia central del Sudán, está situado en la franja oriental del desierto del Sahara.

El norte de Kordofán es una región cubierta de blancas arenas. Durante milenios, han sido llevadas por el viento hacia el sur y amontonadas en grandes dunas, ahora solidificadas en altozanos cubiertos de hierba, sal picados de acacias y dispersamente poblados por musulmanes árabes de raza negra. Avanzando todavía más hacia el sur, el Kordofán se extiende en una vasta llanura de arcilla que se despliega conforme descendemos hacia el curso del Nilo.

El monótono horizonte se rompe, bruscamente, por la repentina presencia de montañas que irrumpen fuera de la llanura. Es la cadena granítica de las montañas de Nuba.

Aunque no cubren más que una pequeña parte del Sudán, su extensión es tan grande como la de Escocia o Austria.

Algunas se elevan a l.000 m. sobre el nivel de la llanura, pero la mayor parte de ellas son simples lomas, que sólo destacan por contraste con la llanura que las rodea. Las colinas de Nuba terminan en anchos valles penetrados como cuñas por la llanura, que se proyecta sobre la zona montañosa.

La presencia de la masa montañosa de Nuba, en medio de una estepa, atrae naturalmente la lluvia; pero más importante que la realidad de las precipitaciones es el hecho de que el agua puede ser recogida por el hombre. En la llanura se extiende por los charcos, que se evaporan con facilidad, perdiéndose un recurso de importancia realmente vital. Pero, en las colinas, la lluvia se encauza por canales excavados en el costado y se concentra en el fondo. Si los nuba cavan pueden encontrar agua normalmente durante todo el año. Por eso, la «gente de las colinas» como se denominan a si mismos pueden vivir en poblados permanentes, diferenciándose su estilo de vida del de las gentes de la llanura.

Las colinas han demostrado ser una magnifica defensa natural no sólo contra los traficantes de esclavos, sino también contra la cultura extranjera, principalmente la árabe, que actualmente domina las tribus vecinas. Es asombroso comprobar con qué fuerza y éxito se han aferrado los nuba a sus viejos métodos. La mayoría de ellos apenas tiene un mínimo contacto con el mundo exterior, y sólo unos pocos cuentan con ligeras nociones de árabe. Aunque algunos van todavía desnudos, las «gentes de las colinas», como se llaman a si mismos, se consideran superiores a los demás.

Pero los nuba no son, de ningún modo, un pueblo uniforme. Por el contrario, son extremadamente diversos.

En una población inferior a los 5OO.OOO habitantes, se dan por lo menos 5O lenguas nuba diferentes. Cualquier miembro de una tribu puede entender solamente su propia lengua; las demás le resultan totalmente incomprensibles. Incluso, una vez hecho el correspondiente análisis lingüístico, las lenguas nuba no pueden reducirse a menos de diez grupos. Indudablemente, la población actual es la superviviente de una amplia gama de pueblos que prefirieron huir a las colinas antes que aceptar la conquista de invasores como los árabes. Ello explica que los modelos de vida entre los nuba varíen enormemente.

La mayor parte de las sociedades nuba son patrilineales : la descendencia, la propiedad y la herencia se contabilizan a través del padre. Como en el oeste, el padre determina el lugar inicial del niño en la sociedad. Pero también los hay que remontan la descendencia a través de la madre : los niños pertenecen al clan de la madre y heredan la propiedad a través del tío materno, con quien incluso pueden vivir. Muchos nuba del sur están organizados sobre esta base matrilineal. En el mundo del deporte tan importante para el nuba los grupos matrilineales proporcionan la mayor parte de las grandes figuras.

Los miembros de un clan pueden estar predestinados, a través del padre o de la madre, para determinados servicios a la sociedad. La mayor parte de los clanes tiene tabúes en su alimentación, que les condicionan la elección de esposa. Los nuba se enzarzan a veces en venganzas familiares entre clanes. Generalmente, el clan tiene la responsabilidad de imponer una venganza o compensación cuando uno de sus miembros es asesinado. En algunas regiones nuba, cada clan está encargado de una función particular que lleva a cabo en beneficio de toda la sociedad : uno puede tener determinadas funciones administrativas, otro mágicas, mientras que un tercero puede ser el responsable de la dirección de ciertas ceremonias religiosas.

Muchos de los nuba practican cultos a la fecundidad, poniendo gran acento en la masculinidad. Por eso, algunos deportes, como la lucha, tienen una gran significación religiosa. Particularmente entre los nuba del norte, hay un culto ampliamente extendido sobre la posesión de los espíritus. Los discípulos del culto confían en los shamanes, que tienen un acceso especial a los espíritus y adquieren gran poder. Muchas comunidades nuba tienen sacerdotes especiales que dirigen servicios para traer la 11uvia, proteger las cosechas y bendecir la recolección. Pueden ayudar también a tener éxito en la caza, curar enfermedades, aplacar a los espíritus coléricos y, en general, a vencer lo desconocido y lo misterioso.

A todo lo largo y ancho del país de los nuba, la ceniza es tan sagrada como la Eucaristía para los cristianos. En un país donde escasean los árboles, la ceniza representa la resistencia, la virilidad, incluso la eternidad, y se considera que un nuba cubierto de ceniza adquiere un carácter sagrado.

Pero el Islam está empezando a penetrar en la mayoría de las comunidades, especialmente en aquellos sectores de la sociedad que tienen más contacto con el mundo exterior jefes de aldea y sus familias, jueces locales, hombres de leyes v comerciantes. Sin embargo, a muchos nuba les gusta mezclar el Islam con su antigua religión. El Islam confiere prestigio y un cierto sello de sofisticación, pero se hace muy duro abandonar las antiguas prácticas. «Alá me prohibe comer cerdo, pero es delicioso», explican.

Las aldeas y las casas nuba se adaptan al terreno y al clima. Están construidas con toda la gama de materiales existentes a mano. En el pasado, cuando los nuba se vieron constantemente atacados por las incursiones de los negreros árabes, ocultaban sus casas en lo alto de las colinas por ser los lugares más inaccesibles. Ello les permitió defenderse, pero también suponía mayores dificultades para obtener agua, así como una disminución en la extensión de tierra cultivable cercana al poblado. Como actualmente las condiciones se han vuelto más pacificas, las aldeas han bajado de sus posiciones en la cumbre de las colinas y se han instalado nuevamente en el llano. Así pueden usar la llanura para la agricultura y las casas están más cerca de los pozos, situados al pie de las colinas.

Se construyen casas separadas de acuerdo con cada una de las funciones del hogar una para dormir, generalmente otra para cocinar y, siempre, otra separada para almacenar el grano, que es el alimento básico. Los dormitorios están amueblados con sencillez, pero algunos van equipados con ducha una calabaza inclinada que chorrea agua al tirar de una cuerda.

Todo hombre construye a su mujer una casa especial, normalmente cuando se casa. Mientras tanto, ella espera en casa de sus padres hasta que esté terminada. Generalmente, es una construcción circular con techo de paja y delgadas paredes de barro sobre una base de piedra. Está confortablemente adaptada al clima, porque guarda el calor durante la fría estación de las lluvias y no resulta abrasadora en la estación cálida. Todos los materiales son locales y así las casas encajan armoniosamente en el paisaje.

Las casas más exóticas son las construidas en Korongo, en el extremo sur de las colinas de Nuba. Están construidas en círculos de a seis, enlazadas por un muro parecido al de un castillo. Los muros, con el vivo color azul oscuro de la tierra grafítica del lugar, se frotan y pulen hasta que brillan tan intensamente que los nuba pueden admirarse a sí mismos en sus reflejos. También les gusta grabar sobre la pared reluciente exóticos dibujos en color escarlata, blanco y amarillo ocre. Uno de los motivos favoritos particularmente en las comunidades matrilineales es el seno femenino.

En torno a sus viviendas organizan la huerta casera, donde siembran hortalizas, como cebollas, pimientos, alubias, pepinos y, a veces, calabacines. Estos cultivos requieren riegos y escardas frecuentes. En las pequeñas parcelas de la huerta casera plantan también tabaco, que acostumbran a tomarlo como rapé y que, a veces, venden para obtener un pequeño ahorro con el que pueden adquirir aperos de los árabes y pagar el impuesto anual.

Más arriba se encuentra la huerta de la colina, donde plantan mijo rojo. Aquí, los terrenos están dispuestos frecuentemente en terrazas para proteger la escasa tierra de las laderas. En el pasado, éste era el tipo más utilizado de huerta, porque podía ser fácilmente defendida de ataques exteriores. El otro enemigo, aparte de la sequía, es el habub, tormenta de viento que los nuba, pintados de ceniza, intentan mantener a distancia formando una banda todos juntos y profiriendo gritos horripilantes.

Las cosechas plantadas lejos, en la llanura, corrían siempre el peligro de quedar destruidas por las incursiones de los bandidos. Pero, desde que en los últimos 60 años se han establecido unas mínimas condiciones de paz, estos campos han pasado a ser los más utilizados.

Los nuba mantienen ganado también en la llanura, subiéndolo al poblado en la estación de las lluvias. En esta época del año, enjambres de tábanos agotan a las vacas, por lo que conviene tenerlas cerca de las casas, donde están protegidas de las moscas por el humo y de los animales salvajes por cercas de espinos. Al mismo tiempo la leche de las vacas puede aumentar la dieta alimenticia, que resulta extremadamente pobre cuando las cosechas de la nueva estación no están todavía a punto. Con el ganado cerca de los poblados, los jóvenes pueden dedicar más tiempo al laborioso trabajo de la agricultura.

Al finalizar la estación seca el trabajo disminuye. Al nuba le gusta esta época que supone para él como unas vacaciones. Los jóvenes se entregan al deporte, que es su mayor placer. Les encanta la lucha y, a los niños, tan pronto como pueden andar, les enseñan a pelear. Aunque los encuentros no cesan en todo el año, ésta es la verdadera temporada en la que se disputan frenéticos combates entre aldeas. Multitudes enormes se concentran con ocasión de las peleas importantes que conceden a la aldea victoriosa todo el prestigio de los campeones en una liga de fútbol o de béisbol. Los vencedores son ídolos hasta tal punto que un joven no tiene muchas posibilidades de casarse con una muchacha hermosa si no se ha apuntado unas cuantas victorias importantes. La virilidad se mide por la fuerza y habilidad en el combate.

La lucha es una diversión, pero tiene también una significación religiosa. Los combatientes se cubren de ceniza, símbolo de lo sagrado para el nuba. El trofeo del vencedor es una ramita de acacia, que se quema, guardando sus cenizas en un cuerno. Cuando cada miembro de la pareja gira alrededor del otro tanteándole, agachándose profundamente, con sus brillantes ojos fijos en el adversario, el espectador puede darse cuenta de que la lucha es algo más que simples emociones y revolcones.

A menudo, los hombres maduros concurren a las luchas con lanzas, que requieren más habilidad que fuerza y también pueden ser peligrosas. A veces, en el combate, los escudos de los luchadores quedan perforados por las lanzas, por lo que pueden astillarse y causar graves heridas. Algunas aldeas practican la lucha de garrotes, en 1ugar de lucha libre o de lanzas: los dos oponentes se atacan violentamente con pesados garrotes, arremetiendo contra la cabeza y hombros, mientras tratan de parar los golpes con un escudo de piel de elefante en la mano izquierda.

Todo ello ocurre en un abrir y cerrar de ojos y es necesario ser muy hábil para no resultar salvajemente aporreado y herido de gravedad.

El más peligroso de todos estos deportes de combate cuerpo a cuerpo es la lucha de brazalete, que se hizo popular, probablemente, a todo lo largo de las montañas de Nuba, puesto que nos la encontramos también entre otros pueblos de las colinas más occidentales. Pero últimamente, sólo ha podido presenciarse en un grupo de las más remotas colinas de la región de Nuba, e incluso allí se practica con escasa frecuencia. El luchador va armado con un gran brazalete de latón abrochado a su brazo derecho, balanceándose sobre la cabeza de su adversario.

La lucha es rápida y, aparentemente, mortal; cuando los árbitros ponen sus varas entre los dos luchadores, la pelea termina instantáneamente. Aunque se infligen terribles heridas en la cabeza, las lesiones permanentes son, afortunadamente, raras. El deporte del brazalete quizá esté desapareciendo, pero los demás tienen gran tradición y pujanza. Son parte de su vida, porque la distinción y el rango que confieren son patrimonio no sólo de los jóvenes luchadores, sino también de sus familias y aldeas.

Esta serie completa de actividades forma parte de una filosofía que se centra en la creencia de la necesidad -incluso la santidad- de la fuerza: si los jóvenes son fuertes, la sociedad en su conjunto también lo será. Lo que es la riqueza para las civilizaciones evolucionadas, son los músculos y la agilidad para los Nuba.

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